Huesca es una ciudad tranquila, familiar y acogedora, con calidad de vida, situada a piedemonte entre la depresión del Ebro y los Pirineos.

De su rico patrimonio sobresale el excelente arte medieval de monumentos como la Catedral y el Monasterio de San Pedro el Viejo.

Paseando por su casco histórico oiremos las historias de” la Campana de Huesca” y de San Lorenzo, patrón de la ciudad y abanderado de las animadas fiestas estivales.

Lugares como El Coso, el Parque Miguel Servet o algunas de sus plazas nos invitan a callejear sin prisa, a sentarnos a tomar algo en una terraza o tapear en un bar, y observar el deambular de los lugareños, gentes sociables y bondadosas.